

Puede que sean unas postales un poco horteras, pero a falta de más inspiración, servirán como muestra de mis vistas búlgaras.



Ayer me subí a una terraza de la Gran Vía. Iba a ver un espectáculo (de dudosa calidad) pero en realidad buscaba un nuevo punto de vista de esta calle que me resulta tan familiar. Lo encontré y mereció la pena. Sin embargo, después de tanta celebración castiza de su cumpleaños en estos meses, las vistas no me parecían tan personales, por eso las he retocado un poco (repasando PS) y ahora me gustan más. Gran Vía 66, Hotel Vincci.
Con mi disfraz de Nancy Safari he recorrido unos cuantos Parques Nacionales y Reservas de Kenia y Tanzania en busca de los Cinco Grandes. He visto a estos y a doscientos más, como puestos por la agencia de atrezzo para tenernos contentos (la verdad, no entiendo el mérito de los cazadores). Pero lo más estremecedor quizá sea oírlos. Os animo a intentar dormir en una tienda de campaña mientras oís rugir al león a pocos metros... Inolvidable.

En una escapada a Málaga no hace mucho me llevé dos gratas sorpresas: John Malkovich en el teatro y una exposición sobre el habla y el lenguaje muy curiosa. Como el olor de la mofeta no era transportable via Internet, os dejo esta otra muestra, un fragmento de Libro del Buen Amor en versión SMS. No sé si el arcipestre se revolverá en su tumba, pero a mí me ha hecho gracia.



Había que volver al "cole" despúés de las vacaciones de Navidad y, un año más, las plegarias de la comunidad educativa fueron escuchadas (alabado sea el Señor... o la Señora Esperanza Aguirre): una gran nevada volvió a caer sobre Madrid y las clases se suspendieron. En el día de regalo me fui a otear los tejados del Madrid de los Austrias desde la azotea de casa de mis padres, a la que subí mil veces a tender la ropa en mis años mozos. Esta serie se la dedico a los gatos.